EN UNA CONTIENDA ELECTORAL HISTÓRICA Y SIN PRECEDENTES, OLLANTA HUMALA Y KEIKO FUJIMORI SERÁN QUIENES SE DISPUTEN EN UNA SEGUNDA VUELTA LA PRESIDENCIA DE UN PAÍS TAN IMPREDECIBLE POLÍTICAMENTE COMO EL PERÚ. LOS RESULTADOS REFLEJAN UNA PROTESTA SOCIAL DE LOS SECTORES MÁS POPULARES, QUIENES SE VOLCARON A LAS URNAS PARA HACER ESCUCHAR UNA VOZ QUE FUE OLVIDADA POR LOS DOS ÚLTIMOS GOBIERNOS, QUE LO ÚNICO QUE LOGRARON FUE ABRIR MÁS LAS BRECHAS SOCIALES.
Las cifras obtenidas por Humala y Fujimori son una muestra clara del obligado reajuste que se debe hacer al modelo aplicado en la última década, porque si bien es cierto que el Perú creció de forma sostenida, ese crecimiento económico no lo sintieron los millones de peruanos que viven en extrema pobreza, donde los niños mueren por desnutrición infantil y no tienen acceso a agua potable ni electricidad.
La realidad del Perú profundo no se encuentra en los distritos exclusivos de Lima ni en las redes sociales. Las entrañas sociales del Perú se descubren en sus provincias, en las zonas rurales y la periferia urbana. No se puede vislumbrar el futuro del Perú desde un escritorio, porque para sentir los nervios de su presente hace falta viajar al interior del país y ver lo que ocurre por ejemplo en Huancavelica y Puno.
La segunda vuelta entre Humala y Fujimori es una nueva contienda en la que tendrán que saber dirigirse y convencer a los millones de electores que jamás votarían por ninguno de los dos, pues ambos tienen un fuerte voto en contra.
Fujimori deberá demostrar que no heredará las repudiables prácticas en las que incurrió su padre y que no repetirá la corrupción endémica de las instituciones ni las violaciones de derechos humanos. La ventaja de Keiko Fujimori es que plantea una economía de mercado con inclusión social, el respeto a los tratados de libre comercio y un fomento de las inversiones que beneficie a los más necesitados. El voto de Fujimori es una expresión de gratitud a los dos principales logros del gobierno de su padre: la erradicación del terrorismo y las obras sociales en zonas rurales. Apoyo social que deberá superar el asistencialismo y convertirse en una política de autocrecimiento sostenido para los más pobres. Fue la única candidata que mostró decencia en su discurso y no cayó en los insultos de sus adversarios.
Ollanta Humala deberá demostrar que no es discípulo de Hugo Chávez ni un súbdito de los intereses del Brasil, que no estatizará la economía ni reformará la Constitución para enquistarse en el poder. Recordemos que fue él quien apoyo un golpe contra el gobierno de Toledo. Conviene también que Humala aclare sus propuestas de reforma fiscal y tributaria. Hay muchas propuestas de corte populista que lanzó hace poco y tiene el debe de explicarnos cómo hará para financiar sus promesas sin que ponga en riesgo la estabilidad económica del país. Las últimas semanas los peruanos percibimos enormes incoherencias entre el lenguaje moderado que expresaba en su discurso político y las reformas retrógradas que proponía en su plan de gobierno.
Quienes no votaron por Humala y Fujimori deben respetar a quienes sí lo hicieron porque es una expresión legítima de aquellos peruanos que no se sienten representados por el Estado, es una suerte de volcán político a través del cual erupcionan todas las demandas sociales de los sectores populares.
El Perú profundo ha levantado su voz de protesta para que se realicen cambios, los cuales deben darse en un contexto de respeto a la democracia, sin que eso implique un retroceso al pasado.
Ollanta Humala y Keiko Fujimori serán los encargados de disolver las dudas razonables que generan. Titánica tarea que les queda a partir de ahora. Cualquiera de los dos puede ser el próximo presidente del Perú.■
Extractos del artículo «Giro político en el Perú», escrito por ©CARLOS ALBERTO ROSALES PURIZACA, publicado en diario El Tiempo el 13-04-2011.
Edición de Texto: Francisco Córdova Sánchez